21 de septiembre de 2012

EL PESCADOR DE AMANECERES




 El tiempo de verano escapa poco a poco....

Por ello, he decidido en esta ocasión reflejar el mar. He querido 

acompañar estas fotografías con un relato inédito, que 

he escrito yo misma y  que, espero que os guste.





EL PESCADOR DE AMANECERES

Erase una vez un hombre triste que continuamente se lamentaba de su vida llena de contratiempos y sinsabores.  Un buen día, llegó  a sus manos una carta erudita. La carta sólo tenía dos renglones escritos, y a medida que el hombre seguía leyendo, nuevas letras iban apareciendo. Le decía que si quería encontrar la verdadera felicidad debía seguir al pie de la letra sus instrucciones. 

-           ¿Y cuáles son estas?  Pensó.

Tras el avance de su lectura, apareció escrito que  habría de asomarse todos los días al mar. Con su ligera  caña debía pescar el amanecer perfecto. A partir de ese día dejaría de estar triste y sería completamente feliz.

-         ¿Cómo sabré que es el amanecer perfecto? , se preguntó. 

El sol se asomaría a un nuevo día tras el sinuoso movimiento de su caña, y tras volver a su casa y alcanzar la noche, él mismo sabría si había sido el perfecto.

Desconfiado, lleno de dudas sobre lo que acababa de leer, el hombre volvió a su casa.
Sin embargo, acudió cada uno de los días a su cita marinera. 
Lanzaba su caña al aire y cuando ésta tocaba el mar, el sol se desperezaba, abría los ojos y sus rayos luminosos iban apagando las sombras de la noche. El hombre contemplaba atónito la escena, y con urgencia se apresuraba a su morada para ver cómo iba a ser ese día. Esperaba que fuese el ideal.

Así estuvo yendo a la playa días, semanas y meses. Pescó todo tipo de amaneceres: intensos, con nubes, lluviosos, claros…




Estaba aturdido y cansado. 

Pasaban los años y el día perfecto nunca llegaba.
Jamás vio el amanecer que la carta le anunció. Siempre  había un día para él que sucedía algo no deseado.

Aburrido y contrariado, este experto pescador de amaneceres decidió un día dejar de ir al mar. 
Se sentía defraudado. 
Pensó, con enorme rabia por qué se habría dejado engañar por aquella absurda carta. 
En venganza, decidió cogerla del  lugar en el que la tenía guardada para dejar en ella grabados sus pensamientos de rabia. 

Cuál fue su sorpresa que cuando fue a abrirla otra vez había en ella una nueva frase:



“Has contemplado a diario un espectáculo maravilloso. El amanecer del día perfecto es aquel en el cual tienes la enorme dicha de vivir para verlo”…                                                                 
                                                                     Autora: Toñi Guerrero.