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18 de junio de 2013

CALIDAD DE VIDA. EXPERIMENTO: DESCONECTADA/UNPLUGGED




-          Pero ¿por qué te vas a desconectar de las redes sociales?
-          Solo estaré fuera 3 días.
           No hay ningún motivo particular. Sólo quiero saber qué es lo que se 
           siente.


El de arriba es un ejemplo de conversación tipo que he mantenido estos días a propósito de una decisión que tomé: desconectarme un tiempo.



He decidido desconectarme durante 3 días de todas las redes sociales en las que estoy dada de alta. Durante estos días, aunque he tenido tentaciones varias, no he entrado ni una sola vez a mis cuentas de Facebook,  Twitter, Pinterest, Linked in  ni ninguna de las otras redes sociales a las que pertenezco. 


Por no estar, no he estado activa ni siquiera en la red o canal de comunicación de más éxito del momento: What’s App

Antes desaparecer momentáneamente decidí informarlo a mis amigos/conocidos/familiares.


Las respuesta-tipo a esta reacción han sido principalmente 3:


-Extrañeza o curiosidad


-Indiferencia


-Apoyo y sugerencia de nuevas desconexiones (del teléfono móvil)




Las sensaciones y reflexiones que he tenido estos 3 días han sido 

básicamente las siguientes:


*      Inicialmente tuve la sensación de que estaba haciendo algo extraño. Algo así como que  estaba abandonando la manada, un concepto que le leí por primera vez a Eduard Punset en Viaje al Optimismo. Dice algo así como que los humanos necesitamos pertenecer a algo, a un colectivo social o manada; nos da igual, lo importante es pertenecer. 

Y en este momento, en el que salgo del grupo social al que pertenezco (aunque por propia voluntad), tengo la percepción de que, de alguna forma, estoy defraudando  o dejando un poco de  lado al grupo. 


* Siento que esta situación provoca un poco de  estrés/curiosidad, sobre todo, cuando percibo en mi tfno. móvil que tengo interacciones en alguna de las redes. Quiero saber ya  qué comentarios son, quienes los han escrito. No me apetece esperar.


* Estar fuera de las redes me ha permitido reflexionar sobre varios temas, por ejemplo sobre el hecho de que hay personas que publican contenidos interesantes y sin embargo  creo que no tendrán apenas relevancia  en el grueso de  la sociedad. Personalmente tengo la sensación de que interesan temas menores o más frívolos. Puedes tener un buen Klout en Twitter y muchos seguidores pero no llegarás a tener el eco de por ejemplo un  Warren Buffet, que en su primer día en la red social Twitter tuvo más de 300.000 seguidores ( ¡en las primeras 24 horas de vida digital! ) y consiguió que una frase de un alto valor añadido como “Warren Buffet está en casa” fuese reenviada más de 30.000 veces.


Definitivamente, la mayoría no somos como Warren Buffet ni tenemos su   “redputación”.


* He perdido estos días el contacto con la noticia al momento. Hasta que no puse la radio, no me enteré que la imagen del gran  héroe  de la sociedad española, y de parte del mundo, estaba cayendo en picado, por unas “cuestiones” con Hacienda . Me refiero, claro,  a Messi.
    Me he perdido las opiniones, la guasa, la crítica, las ideas de  personas a las que sigo, y cuya opinión me interesa sobre este tema. Pasados días, es tarde para volver sobre este asunto, porque irán surgiendo otros y no puedo volver la vista atrás. Prefiero el tema novedoso, la actualidad en el mismo momento, en el que los demás están interactuando. Quiero estar con el grupo.



* También he disfrutado de un enorme silencio. Tengo muchas veces la sensación de que las redes nos traen información, conocimiento, pero también mucho ruido y poca paz. Creo que la red es un espacio estupendo, pero a veces estamos sometidos  a gran cantidad de ruido digital, muchas opiniones con flojos argumentos, y sobre todo bastantes “copy-paste”.



* He podido observar mucho mejor el mundo que me rodea. Cuando voy por la calle andando, solo hago eso, ir andando. Ya no corro peligro de caerme en una acera porque voy pendiente de mi móvil.


He podido ver a las personas con las que viajo en metro todos los días,imbuidos totalmente en sus smartphones y tablets como si el mundo exterior no existiera.


Hoy, por ejemplo, ví una madre en las hamacas de  la piscina con los ojos y la atención totalmente fijos en su Smartphone, con sus hijos circulando alrededor de ella, necesitados de  atención y juegos. Se congratulaba de que gracias a WhatsApp su vida social había mejorado considerablemente. 

Me surgió la duda de si la vida familiar iba por el mismo sendero.





*      Mi vida 1.0 se ha enriquecido estos días.


* He tenido más tiempo, que me ha servido por ejemplo, para leerme un libro nuevo. He descubierto que las redes sociales son uno de los mayores ladrones de tiempo con los que me he topado hasta ahora. 


* He decidido que volveré a tener esta  experiencia más a menudo.

Quiero estar conectada con los amig@s y familiares de forma fácil, pero también me apetece escuchar una voz, sentir cerca a las personas a las que aprecio.


* Pienso que cada vez más vamos a tener una sociedad mucho más abierta. Que si nos apetece hacer algo que no hace daño a nadie, no  cuesta dinero extra, tenemos la plena libertad de hacerlo, nos  permite experimentar y nos apetece hacerlo, pues que lo  hagamos.
 Que no hemos de tener miedo de salirnos del grupo, porque ello es símbolo de creatividad y de liderazgo de la propia vida. 
   
    Yo, al menos,  creo firmemente en ello.

16 de abril de 2012

CALIDAD DE VIDA: BUSCA TU RITMO. TÚ DECIDES




Seguramente alguna vez escuchaste la frase de que de lo único que podemos tener realmente certeza es de la incertidumbre. Pues sí, parece ser así. Incertidumbre y cambio.

En “el siglo pasado” ocurrían cosas tales como que había personas  que pasaban muchos años (muchísimos) en la misma empresa y, en algunos casos, incluso en el mismo puesto. 

Esos hoy son  episodios de ciencia ficción, sucesos de un tiempo pretérito.

Estos días, todo cambia, y lo hace a un ritmo veloz.

Nuestro mundo ahora se proyecta como una suerte de diapositivas continuas, que tan pronto has conseguido visualizar desaparecen para ofrecernos otra nueva serie de imágenes.  Y, me temo, que esto no ha hecho nada más que empezar.





                (Imagen de la Serranía de Ronda al atardecer. Málaga)


La cuestión es: ¿estamos preparados para estas velocidades? ¿Qué beneficios reales nos aporta? Quizás haya personas que necesiten de ese frenesí para sentirse vivos, para continuar. Otros, sin embargo, se han dejado llevar por ese galopante día a día y no obtienen beneficio de ello.

¿Para qué corremos tanto? Quizás sea  porque hemos de ser los más rápidos, para competir con los otros miembros de la  manada. ¿Para qué? Para conseguir ser los mejores y lograr atesorar más riqueza, más bienes.  Para tener más.

Pero, ¿nos hace eso felices? ¿Para qué queremos tener más? Para comprar más cosas, para consumir. En ocasiones acumulamos productos innecesarios, que no nos aportan felicidad. Los almacenamos solamente  como símbolo de estatus, como si estuviéramos obligados a ello.
Las empresas en su afán de incrementar los beneficios, se ocupan de detectar y  crear necesidades en los consumidores y así poder vender más.
Gracias al maquillaje del Marketing las envuelven en un halo de “imprescindibilidad” (esta palabra no existe, pero me gustaría). Y nosotros, cual pusilánimes, lo aceptamos y acabamos convirtiendo en nuestro objetivo  lo que en realidad nunca lo fue.

Podemos hacer nuestros “pinitos” para parar. Lógicamente no podemos cambiar el mundo. Aunque sí podemos intentar bajar el ritmo. Vivir de forma más natural y acorde a nuestras auténticas necesidades.

 
Rechazar esta velocidad requiere mucho valor y para eso te propongo lo siguiente (y casi todo gratis):

  •    Deja el reloj en casa y da un paseo por un parque. Detente a observar todo aquello que te rodea.

  •    Desconéctate hoy del mundo 2.0 (libérate y sé capaz de no mirar durante un día ni el correo, Twitter, Facebook, Tuenti o la red social a la que estés más conectado) 

  •     Queda para tomar un té o un café con ese amigo del que siempre te acuerdas, pero al cual nunca llamas. Interésate de forma sincera por cómo van sus cosas.

  •     Dile a tu mujer (o a tu novio, o a la persona que más te apetezca) que os vais juntos a un Spa. Sin que sea necesario que sea una fecha especial ni señalada.  Disfruta con todos tus sentidos de esa experiencia.

  •     Juega y disfruta con tus hijos todo lo que puedas. No pienses que porque estés trabajando muchas horas y traigas dinero a casa, ya eres lo suficiente buen padre/madre. El mayor regalo que le puedes hacer a tus hijos es tu presencia.

  •     Revisa cual de tus hobbies se ha convertido en una obligación y ya no te proporciona satisfacción. ¿Has llenado de tanto  ocio tu tiempo libre que ya no te permite disfrutar? Destiérralo de tu territorio de placeres.

  •     Desconecta el móvil. Toma ese libro que hace tiempo  quieres leer y siéntate con la sola compañía de él.

  •    Sumérgete en un baño con aromas relajantes, esencias, velas, música especial. Sin tiempo de fin. Termina cuando te aburras (o cuando estés arrugado)

  •    Queda un día solamente para ver amanecer. Y una noche en algún lugar despejado  para poder ver las estrellas.
 
Podría seguir y no acabar…


Hay tantas cosas maravillosas que se pueden hacer y que nos relajan y  dan

paz y armonía.

Estoy convencida de que después de hacer alguno de estos ejercicios te

sentirás mucho mejor. 

Disfruta de estos momentos.

Siente el enorme placer, y concéntrate bien en ellos.

Si en algún momento futuro te encuentras en una situación de estrés, podrás

tener un banco de recuerdos agradables al cual puedes acudir para sentirte

realmente bien.


Busca tu ritmo y  ¡Sonríe y disfruta!